25 de abril de 2012

II - La danza de las sombras


Las llanuras de Tiria, salpicadas de campos de trigo y cebada, formaban un intrincado tablero de ajedrez en tonos de verdes y ocres. Por ellas avanzaba el ferrocarril mientras el sol se ponía. La mole de metal escupía humo y vapor, seguida por cinco vagones, dos de pasajeros y tres de mercancías. Esa maravilla de la mecánica era considerada uno de los mayores logros del ingenio humano. Permitía el transporte a gran velocidad por tierra, y aunque no eran tan eficaces como los aerobuses Aesir, eran más baratos de mantener. Una enorme caldera calentaba el agua y generaba el vapor que, a través de un sistema de pistones y válvulas, creaba el movimiento que se transmitía a las seis ruedas de la locomotora.
En su monótono traqueteo, la máquina silbó anunciando su paso a unas cabezas de ganado que pastaban cerca de la vía. El agudo silbido sacó a Eliel de sus ensoñaciones.


18 de abril de 2012

I - Los días en los que el destino se durmió


Anoche tuve un sueño:

Vi tinieblas y ceniza cerniéndose sobre un bello campo de lanzas y flores.
En medio había una niña triste y sola, que lloraba cubierta por un manto de escamas.
Desconsolada, llamaba una y otra vez por sus nombres a personas que no conocía, pero a la vez añoraba.
Un caballero de reluciente armadura pasaba por el campo montado en un alazán.
Conmovido por la escena, le ofreció la mano y llevarla con ella.
La muchacha dejó de llorar y le asió la mano, tiró de ella. El caballero no lograba zafarse. Forcejeó con la mano de la niña hasta quedar exhausto. Entonces cayó al suelo y su caballo se alejó.
La niña le soltó la mano y le dijo que se fuera, mas el noble caballero no ser marchó.
Ella le imploró que se alejara, que no quería que de hambre muriera.
- He perdido mi caballo - respondió - ya no tengo a dónde ir. Tal vez muera, pero hasta entonces no tendrás que llamar a nadie para que te acompañe en el llanto, pues me quedaré a tu lado.
Desperté entonces en sudores. Apenada, una lágrima me resbaló por la cara al pensar en aquella triste historia… y supe entonces que aquella niña era yo, y aquellos eran mis recuerdos.